Investigación en los Géiser del Tatio podría dar luces sobre la búsqueda de vida en Marte

jueves, 21 de septiembre

El registro fósil data la aparición de los primeros organismos hace aproximadamente 3.700 millones de años y la evidencia sugiere que la vida en la Tierra apareció en un ambiente con agua, altas temperaturas y condiciones químicas favorables. Pero eso es sólo una hipótesis, dado que el momento y las condiciones exactas del surgimiento continúan en el misterio.

Para intentar dilucidar esta incógnita, la comunidad científica ha centrado sus estudios en aquellos lugares que reúnen las condiciones de esa eventual Tierra primigenia, como los sistemas hidrotermales ubicados tanto en el fondo marino como en tierra firme (o bien en la superficie del planeta Marte, por ejemplo). Dichos estudios se enfocan en las rocas y minerales que se forman actualmente en dichos ambientes y en particular, en un tipo de roca muy especial: la geiserita.

Esta roca, compuesta principalmente por sílice y otros elementos químicos en menores cantidades, se deposita como una costra cristalina blanca, o bien marrón y amarillenta, por acción de los flujos eruptivos de fuentes de agua termal y géiseres (de ahí su nombre). En esas condiciones adversas, e incrustadas en la roca, sobreviven enormes comunidades de bacterias extremófilas, las cuales podrían estar involucradas en el proceso de formación de este mineral.

«Y eso es muy importante porque los orbitadores y rovers enviados a Marte han encontrado estructuras muy parecidas a las geiseritas en su superficie», dice la Dra. Alida Pérez-Fodich, investigadora del CEGA, académica del departamento de Geología de la Universidad de Chile y una de las autoras del proyecto «Environmental and Hydrogeochemical Controls of Spicular Geyserite in Opaline Hot Spring Deposits», publicado en la revista Earth and Space Science.

¿Es la geiserita una formación mineral creada por bacterias?

Con esa pregunta en mente, el equipo de científicos, compuesto por la Dra. Pérez-Fodich, Dra. Munoz-Saez (U. de Nevada en Reno), Dr. Gong (U. de Wyoming) y Dr. van Zuilen (U. de Brest), viajó hasta los géiseres del Tatio con el objetivo de «proporcionar una comprensión cuantitativa del rol de la hidrodinámica, la concentración de sílice en los fluidos hidrotermales y las condiciones ambientales en la formación de geiserita espicular».

En concreto, el grupo investigador analizó el ciclo completo de erupción del flujo hidrotermal y la composición química del depósito para conocer el mecanismo de formación de la geiserita. «Nuestras investigaciones determinaron que las geiseritas del Tatio se forman gracias a las dinámicas ambientales y que las bacterias extremófilas podrían tener un rol secundario en su formación», dice la investigadora.

Los géiseres del Tatio son un sistema hidrotermal de importancia para la comunidad científica. Su ubicación en el desierto de Atacama, la variación térmica entre el día y la noche, la altitud, bajas precipitaciones y baja presión atmosférica lo convierten en un emplazamiento ideal para realizar estudios relacionados al planeta rojo. «Los géiseres del Tatio son una especie de análogo marciano», dice la Dra. Pérez-Fodich.

Este trabajo es importante porque nos permite «no solo saber si la geiserita se forma sólo por las condiciones de ambiente o por influencia de alguna forma de vida, sino porque nos permitiría contribuir a refinar los instrumentos a bordo de futuras misiones al planeta Marte», dice la Dra. Pérez-Fodich.

Un ejemplo de ello es el sensor PIXL, ubicado en uno de los brazos robóticos del rover Perseverance de la Nasa y que es el encargado de buscar signos de vida microbiana en la superficie de Marte mediante el análisis químico de muestras rocosas.