Investigación entrega datos inesperados sobre Los Andes del Sur

lunes, 26 de septiembre

Alta sismicidad en zonas no previstas y un sistemas de fallas que se mueve en direcciones antes no vistas, son algunos de los datos que ya ha arrojado esta investigación en geología estructural que midió durante 16 meses la actividad en profundidad del extremo norte del Sistema de Fallas Liquiñe Ofqui.

Se trató de un estudio jamás antes hecho en Chile: la instalación de una red de 35 estaciones sismológicas entre el Alto Biobío (al sur del Volcán Callaqui) y la localidad de Liquiñe (Región de Los Ríos), fue una investigación inédita para la geología chilena, pues por primera vez se obtuvieron tantos datos en tiempo real acerca de la naturaleza sismotectónica de la zona.

Para recabar toda esta información, un equipo liderado por José Cembrano (CEGA), Dietrich Lange (GEOMAR, Alemania) y Gerd Sielfeld (estudiante CEGA de Doctorado en Ciencias de la Ingeniería de la PUC) consiguió el préstamo de 27 sismómetros de periodo corto y 8 de banda ancha con el GIPP (Geophysical Instrument Pool Potsdam), institución alemana dependiente del Centro de Investigación en Geociencias (GFZ).

Sobre esta gestión, José Cembrano comenta: “Originalmente teníamos un año pero aceptaron nuestra solicitud de extender el periodo, algo que es complejo porque el GIPP recibe requerimientos urgentes de otros países que pueden tener un evento importante de medir, entonces no es normal tener estos equipos 16 meses. Fue un lujo contar con esta red temporal por primera vez en el continente”.

Tras conseguir los instrumentos, un equipo rotativo de 20 jóvenes geólogos participó durante 16 días en la campaña de instalación. Gerd Sielfeld, quien estuvo a cargo de coordinar el trabajo en terreno, cuenta que esto implicó una logística especial, pues había que conseguir traslado, bodegas y coordinar la mantención de cada uno de los sismómetros por más de un año: “Uno puede hacer el chequeo estando en terreno, pero una vez concluida esta etapa no se sabe qué pasa con los equipos, tienes que ir a verlos para bajar los registros y revisar que todo esté en orden. Se necesitaba además de una fuente de poder para abastecerlos de electricidad, y en este caso lo más sencillo fue conectarse a una casa de la zona o instalando paneles solares”.

En promedio el equipo en terreno logró instalar entre 3 a 5 estaciones diarias, trabajo en el que fundamental la colaboración y conocimiento técnico del investigador alemán Dietrich Lange. En paralelo también se tuvo que pensar en la mejor manera de distribuir geográficamente los sismómetros, tarea que planteaba el desafío de armar una red consistente y homogénea, capaz de generar un balance entre profundidad y área a cubrir. Sobre este proceso, Gerd destaca que se buscó la fórmula más óptima para generar este balance: “Fueron de 20 a 25 kilómetros entre cada estación, pues si tú quieres tener cobertura más próxima a la superficie tienes que acercar los sismómetros, en cambio si quieres tener una idea de lo que pasa a escala más grande, tienes que poner las estaciones más espaciadas, con lo que si tengo un sismo superficial a 1km no lo voy a poder registrar”.

Del terreno al procesamiento de datos

Tras el terreno comenzó el análisis de los datos, una etapa extensa que aún está en curso y que involucró revisar minuciosamente los registros de cada una de las estaciones. En este proceso ya se han detectado eventos interesantes como, por ejemplo, un enjambre de sismos de 48 horas en el extremo norte del Lago Caburgua. Esto ha llamado la atención del equipo de investigadores, pues se trata de un poco más de 170 eventos de magnitudes homogéneas, que no tienen un sismo gatillador y que además se concentraron sólo en dos días.

Sobre este dato, Gerd comenta: “Esto fue totalmente inesperado. Tuvimos la suerte de registrar ese enjambre en el sector de Caburgua Norte, así como podría haber sido cualquier otro sitio dentro de la red, también totalmente inesperado. El origen sigue siendo incierto, pues es un dato muy reciente, el cual amerita prontamente una revisión más detallada y precisa”. Agrega que si bien puede tratarse de la activación de una falla por algún fluido, también puede corresponder a una reactivación de la falla principal Liquiñe-Ofqui con nula o muy baja participación de fluidos.

Si bien hasta ahora poco se sabe del origen de esta alta sismicidad registrada, los investigadores señalan que es posible que muchos de estos eventos tengan un origen volcano-tectónico, donde el fluido rompe la roca provocando esta concentrada taza de sismicidad. El enjambre, señalan, podría ser el típico caso donde esto ocurre.

A lo anterior se suma otro interesante dato: la presencia de actividad transversal al Sistema de Fallas Liquiñe-Ofqui. Si bien se esperaba identificar eventos de estas características, jamás se podría haber especulado sobre el lugar donde iba a ocurrir exactamente. Sobre este registro, Gerd explica: “Existen indicios geológicos y geomorfológicos que sugieren la existencia de sistemas de deformación oblicuos, pero la actividad de estos no había sido identificada y precisada hasta ahora”.

Agrega que los datos han permitido identificar 2 tipos de orientaciones de estos sistemas transversales: una, paralela a la alineación de los volcanes Villarrica-Quetrupillán-Lanín; y otra cercana a la localidad de Liquiñe, a lo largo de los volcanes Llaima, Sierra Nevada y norte del Lonquimay. Sobre este descubrimiento, Gerd cuenta que “lo interesante de estos dominios transversales es que pueden tener un origen que se remonta a periodos donde aún no existía la Cordillera de Los Andes ni tenía lugar una subducción como la actual, y que han quedado como cicatrices en la tierra y pueden reactivarse en función a la tasa de deformación y orientación de los esfuerzos tectónicos principales, tanto del margen convergente, como de la dinámica misma del sistema de falla paralelo al margen”

Desde Alemania, Gerd Sielfeld junto a Dietrich Lange siguen aprovechando los datos extraídos y buscan desarrollar estudios alternativos, incluso ir más allá y ponerle atención a los sismos profundos que fueron registrados: “ En otras palabras los datos, que costaron bastante tiempo, plata y esfuerzo, están y existen, sólo falta más mano de obra para comenzar a procesarlos”, concluye Gerd.