Tomándole el pulso a Los Andes patagónicos
lunes, 26 de septiembreUn equipo liderado por José Cembrano está instalando estaciones sísmológicas de periodo corto y banda ancha para descifrar la naturaleza sismotectónica en el extremo norte del Sistema de Falla Liquiñe-Ofqui, y sus implicancias con los recursos geotermales y el peligro sísmico en esa zona.
¿Cómo se relaciona la sismisidad, las fallas de la corteza terrestre, el flujo de fluidos hidrotermales y la distribución de los volcanes? Esa pregunta moviliza al proyecto que busca profundizar en el conocimiento de la naturaleza sismotectónica de Los Andes patagónicos, mediante la recolección de datos proporcionados por una red sísimica de 35 estaciones que se comenzaron a instalar este verano entre el Alto Biobío y Liquiñe, 27 de ellas de periodo corto, y 8 de banda ancha. La sensibilidad de los equipos, junto a la distribución espacial de las estaciones han sido seleccionadas para lograr detectar eventos de hasta magnitud 1 Mw (escala Richter) y localizar eventos de magnitud 1,5 a 2 Mw, y a la fecha ya se han instalado 31 sensores.
Al respecto, José Cembrano, gestor de esta iniciativa señala: “El proyecto es el primero en la historia de la geología chilena que considera la instalación de 35 sismómetros en la cadena volcánica de Los Andes del sur con el objetivo de conocer la naturaleza de la interacción entre un sistema de fallas activo (sistema de Liquiñe-Ofqui) y las actividades volcánica y geotermal. Este conocimiento es de crucial importancia para la evaluación más precisa del potencial sismogénico de las fallas de la corteza superior y de su vinculación con la distribución y actividad de los volcanes y reservorios geotermales”.
Este proyecto surgió como una alianza entre el grupo PUC del CEGA y el centro de investigación en geociencias alemán GFZ, que facilitó las estaciones que monitorearán la zona por, al menos, un año. “La densidad de estaciones permitirá que nuestra resolución sea muy buena para monitorear el área a una escala regional”, cuenta Gerd Sielfeld, estudiante de doctorado (UC) que coordinó el trabajo de terreno durante febrero, y agrega: “Los equipos están instalados aproximadamente a 20 kilómetros cada uno, en un área de 60 por200 kilómetros y estamos preparados para hacer esta red aún más densa en caso de que se produjera una erupción volcánica y hubiese que movilizar las estaciones para registrar ese mayor flujo de fluidos que se provocaría”.
La densa distribución de fuentes termales y volcanismo activo, asociados espacialmente a sistemas de fallas y fracturas son los tres ejes principales que hacen de la zona de estudio un área de interés para comprender mejor tanto la naturaleza de los recursos geotermales como el riesgo sísmico. “Se trata de una segmento de Los Andes donde la corteza responde frágilmente ante esfuerzos tectónicos – derivado de la convergencia oblicua entre las placas de Nazca y Sudamericana – dando lugar a la creación de espacio que promueven la circulación de magmas y fluidos geotermales” , señala Gerd.
“Lo que buscamos es poder identificar zonas de alta permeabilidad. Las zonas de alta sismisidad nos indican zonas donde se están generando y/o reactivando fallas y fracturas. Estas redes de fallas y fracturas cuando se encuentran interconectadas favorecen el flujo de fluidos a través de la corteza, aumentando la permeabilidad”, señala Pamela Pérez, alumna de doctorado (UC) quien actualmente estudia el rol de la arquitectura de los sistemas de falla en el flujo de fluido hidrotermal. “Con este proyecto vamos a poder obtener datos en tiempo real, quevan a complementar los estudios que estamos realizando de los sistemas de fallas y fracturas presentes en superficie” ”, acota Pamela.
El equipo espera poder monitorear los sensores cada tres meses y recolectar los primeros datos en julio de este año. “Vamos a obtener una gran cantidad de datos actuales sobre lo que está pasando abajo con una sensibilidad a la que no habíamos tenido acceso antes”, concluye Gerd.
El proyecto se ha desarrollado a la fecha gracias a las gestiones de José Cembrano, el respaldo y trabajo de Dietrich Lange (Geomar, Kiel, Alemania), Gerd Sielfeld, Pamela Pérez, y la cooperación de un grupo de alumnos de pregrado de la Udec, UC, UChile para la instalación de los sensores.